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Ya no me importa quién se queda con Westeros

NOTA: Este post fue escrito después del episodio 09 de la quinta temporada de Game of Thrones, “A Dance of Dragons”.

No sé si quiero que esta sea una carta abierta como las que le escribí a Aaron Sorkin por The Newsroom, pero sí creo que me tengo que quejar oficialmente como todo el universo por lo ocurrido en este último episodio.

Yo era una joven escéptica cuando leía que George R.R. Martin decía antes que se estrenara la quinta temporada del éxito de HBO que los fans de la serie y los libros iban a odiar esta temporada por ciertas alteraciones al material original. Bueno, yo no me leí los libros así que, ¿qué podían hacer que me molestara? RESULTA QUE MUCHO. BASTANTE. SE LES FUE DE LAS MANOS.

Vamos a empezar por lo lenta que ha sido esta temporada. Le informo a los señores Benioff y Weiss que la única serie que puede tener episodios lentos y hacer que pasen cosas indescriptibles en los últimos tres episodios es Mad Men, y ya Mad Men se acabó así que no hay que inventar más. Todos los domingos era ley ver la serie y saber que tu whatsapp iba a explotar; si no lo ibas a ver salte de los grupos porque no tiene sentido. Esta fidelidad no fue tanto por la calidad de los episodios sino para ver “si este al fin iba a mejorar la cosa”.

Se tardaron ocho episodios en mejorar la cosa cuando al fin “Winter came and they come in the shape of pretty nasty white walkers” y en este último episodio al fin Daenerys se monta en su dragón, pero ya vamos a llegar a eso, porque de eso también me voy a quejar.

Esta temporada no ha sido corta de controversias. Las críticas sobre el maltrato a los personajes femeninos han sido una constante durante todos los episodios, especialmente después de la violación de Sansa por Ramsay Bolton, su nuevo esposo. Pero de verdad en este último episodio fue excedido e innecesario matar a la pobre Shireen, que solo quiere leer y jugar con el ciervo que le hizo Ser Davos.

No solo matarla. Quemarla mientras todos ven. Y la oyen gritar. Y gritar. Y gritar. Ni me hagan hablar de lo idiota que es la mamá de Shireen, Selyse, que decide al fin mostrar algún tipo de sentimiento por su hija cuando ya es un pollo en brasa. Cersei gana Mejor Mamá de Westeros, sin lugar a dudas.

Para mí fue demasiado para una serie que lleva dos meses desencantándome. Shireen me hizo llorar porque yo quería que ella venciera toda la maldad que hay a su alrededor, especialmente a Melisandre que después de esto espero que su muerte sea bien gráfica y bien intensa.

Dicho eso, paso a mi próximo punto. Desde la primera temporada que sabemos que Daenerys tiene poderes mágicos con los dragones y las leyendas que abundan en la serie sobre ellos, siempre ha estado la duda de: “¿Y para cuándo esta mujer se va a montar en un dragón?” Al fin pasó y, como todo lo que ha pasado en esta temporada, fue una desilusión absoluta.

Una serie que nos dio la batalla de Blackwater y los White Walkers en “Hardhome”, ¿me van a decir a mí que tenían que utilizar esos efectos especiales tan malos? ¿Quién estaba enfermo que no fue a trabajar cuando hicieron esto? ¿Estas personas no confían en sus televidentes? ¿En los fanáticos de los libros? O sea si quieren ponen a la Targaryen en un toro mecánico y seguro se ve más real que en ese montaje piche de una parte del dragón. Qué pena me dio de verdad. Qué mal uso de la tecnología.

Esto da más miedo y es más real que…

… esto.

De verdad espero que el episodio del próximo domingo valga la pena porque sino terminaré con Game of Thrones por un rato. No superaré “A Dance of Dragons” en un tiempo y me alegra ver que el Internet tampoco.

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