Somos una revista independiente que sobrevive gracias a tu apoyo. ¿Quieres ser parte de este proyecto? ¡Bríndanos un café al mes!
Gabrielle van Welie

Sobre la identidad hispanoamericana

¿Qué significa ser hispanoamericano? Hablando conforme a los diccionarios, un hispanoamericano es una persona que proviene de un país americano que haya sido colonizado por España o sus gentes. Hablando coloquialmente, un hispanoamericano suele hablar bien alto, llegar tarde a todas partes y andar siempre sobrevestido en comparación con otros grupos étnicos. El hispanoamericano también tiene un paladar que anhela la carne roja y al que le gusta la sazón y el picante. Al hispanoamericano le gusta la música alta, los bailes movidos y todo aquello que invite a una mayor cercanía entre él y los suyos. También, gracias a su pobreza y tercermundismo, es excesivamente creativo y siempre piensa «fuera de la caja» porque simplemente casi nunca posee la famosa caja.

En fin, que lo que quiero decir es que un hispanoamericano no es única y exclusivamente un tipo Sofía Vergara con grandes proporciones y un acento quebrado. Venimos de todos tamaños y colores. Algunos somos más indígenas, otros somos más africanos y otros preservamos un españolismo casi intacto. Con el tiempo muchos nos hemos ligado con árabes, con europeos nórdicos, con otros tipos de hispanos, o cómo en mi caso, nos hemos fusionado con todo. En República Dominicana venden muñecas «tradicionales» sin rostros debido a que no existen «rasgos dominicanos», pero esa misma filosofía puede ser empleada a toda Hispanoamérica.

El hispanoamericano tiene más de latino que de dominicano, de argentino, de colombiano. Esto lo intuí de muchos autores y lo confirmé a través de vivencias propias. He vivido por casi cuatro años en un campus lleno de latinoamericanos, y la verdad es que no existe mucha diferencia entre unos y otros salvo que por los acentos y un que otro rasgo físico. Es decir, aunque tengamos nuestras propias identidades nos reconocemos sin prejuicio en el océano global. Un latinoamericano es siempre un hermano porque el latinoamericano, a diferencia de un europeo o un estadounidense, sabe lo que significa ser huérfano de padre y madre.

Y cuando digo latinoamericano incluyo naciones como Brasil y Haití, que han pasado por lo mismo. Desde la época colonial con sus esclavos, a la United Fruit Company, a los dictadores títeres que nos convirtieron en peones de la Guerra Fría, hasta el sol de hoy donde abundan la violencia, la pobreza, y sobre todo la corrupción hemos velado y sufrido cada primer paso que nuestras naciones han tratado de dar. El tema es que independientemente de lo que piense Donald Trump, o hasta de lo que pensemos nosotros mismos sobre qué significa ser hispanoamericano, mejor que antes sí estamos aunque vayamos a un paso tan parsimonioso ante lo insólito que nos sintamos como que vamos en retroceso.

El 2016 es año de elecciones y de tomas de posesión para muchos gobiernos hispanos, y no es que repentinamente van a cambiar los candidatos y los partidos se van a enderezar y vencerá la paz y la unidad, pero un nuevo ciclo da cabida a más introspección y menos retrospección, porque quejarse de gobiernos pasados y dejarnos llevar por el presente que es lo único que, aunque poco, podemos controlar resuelve muy poco. Vamos a pensar fuera de la única caja que tenemos: la del tercermundismo. En otras palabras, por volver a la coloquial, no es posible que después de tanto nadar sinceramente nos dejemos ahogar en la orilla. Sí, la orilla del renacer hispanoamericano parece a veces tan inalcanzable como el horizonte, pero debe existir algún consuelo en pensar que ya llevamos más de quinientos años nadando y no es hora de quedarnos a la deriva.

Hey you,
¿nos brindas un café?