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Jaime Lozano

Jaime Lozano: la música entró en su vida con la fuerza de los amores imprevistos

NUEVA YORK: El hablar pausado de Jaime Lozano con ese dejo musical que revela sus orígenes mexicanas, se tiñe de pasión cuando empieza a describirnos su trabajo.

Compositor, arreglista y director musical, Lozano ama sobre todas las cosas el teatro musical, amor que explotó en su vida con la fuerza arrolladora de los encuentros casuales e imprevistos.

– Cuando terminé los estudios secundarios estaba decidido a estudiar criminología. Hice la prueba para ingresar en la Universidad, la superé pero, al momento de inscribirme descubrí la música y entendí que allí estaba mi futuro.

Lozano confiesa que ni en la infancia ni en la adolescencia había sentido una particular tendencia hacia la música.

– Me gustaba la música así como le gusta a todos los niños y adolescentes pero nunca pensé en ella ni en el teatro como opción de vida.

Y sin embargo, desde el momento en que decidió entregarse a ella, le ha dedicado cada hora, cada momento, con tal constancia y tesón que ha sido el único mexicano en lograr ser admitido y, además, con una beca completa, en la Maestría de Composición de Teatro Musical y Ópera, la única en Nueva York, de la escuela Tisch School of Arts de NYU, donde pudo completar los estudios que había empezado en Monterrey.

 – En la Universidad Autónoma de Nuevo León cursé la licenciatura de Música y Composición. Allí conocí el teatro musical y entendí que era lo que más me gustaba porque me permitía unir la vocación musical con otra gran pasión: contar historias. Ya desde los años universitarios empecé a dirigir obras de teatro musical. Eran inspiradas en los grandes espectáculos de Broadway. Hasta que llegó un momento en el que entendí que, si quería realmente afianzarme en este género, tenía que empezar a crear historias nuevas, historias que tuvieran más relación conmigo, con mi país, con mis raíces.

Y así después y, también mientras dirige obras de renombre internacional como Jesus Christ Superstar, José el Soñador, Evita y Los Fantástikos, Lozano va escribiendo música y textos de otros musicales, decidido a correr el riesgo de la innovación.

Los textos se vuelven densos, la música a veces profundiza el drama a veces lo aliviana, los escenarios se simplifican y la escenografía solitamente despampanante, llena de luces y colores, es sustituida por el trabajo corporal de los grupos de danza.

– Mi primer musical se titulaba Tlatelolco y estaba basado en la matanza estudiantil que ocurrió el 2 de Octubre de 1968 en Ciudad de México. Es una obra muy brechtiana, un monólogo basado en testimonios reales. La escenografía es muy sencilla y se basa esencialmente en el trabajo corporal del cuerpo de danza y en la proyección de fotos y videos reales de la masacre.

Después de Tlatelolco Jaime Lozano sigue con su exploración dentro del género de los musicales y pone en escena Mitos Kamanalis, tres musicales cortos en un acto.

– Fue un experimento muy interesante porque estamos acostumbrados a narrar una sola historia en un musical. Mitos Kamanalis, que escribí con una de mis letristas en Nueva York, Sara Cooper, está dividido en tres actos de 20-30 minutos basados en tres mitos judíos: Lilith, la primera mujer, Behemot, mencionado en el libro de Job y Golem, los tres adaptados al contexto mexicano.

– Son historias tan duras y dramáticas que es casi imposible imaginarlas transformadas en un musical.

– La verdad es que muchas veces creemos que el teatro musical deba ser necesariamente fútil, ligero y con finales felices. Pensamos que son más importante la forma, las lentejuelas del vestuario, el brillo de la escenografía, que el contenido. Pero no es así. El teatro musical es un género que permite abordar cualquier temática.

– Ciertamente no en Broadway…

– Broadway es el sueño preparado para turistas. Las temáticas son optimistas, las producciones más grandes. ¡Es el espectáculo! Y sin embargo también dentro de Broadway empiezan a filtrar ideas innovadoras, temáticas distintas. Por ejemplo, el año pasado el Premio Tommy lo ganó Fun Home, inspirada en la novela gráfica de Alison Bechdel. Está basada en una historia real, la de una mujer lesbiana quien va profundizando sobre muchos aspectos de la vida y de sí misma, cuando descubre que su padre se había suicidado porque no había podido aceptar su misma homosexualidad.

Años antes otra obra muy premiada fue Next to Normal con música de Tom Kitt y libreto de Brian Yorkey. También en esa pieza la temática es muy intensa ya que habla de una mujer esquizofrénica que interactúa con su hijo muerto, como si fuera vivo.

– Sin embargo esas producciones, muy premiadas por la crítica, son menos grandes, tienen presupuestos inferiores y objetivamente menos público.

– Sí, lamentablemente es así. Son obras que ponen en escena a 6-7 actores y las producciones son mucho más sencillas de las que normalmente se presentan en Broadway pero demuestran que también en Broadway hay un interés en contar historias más densas, diversas, que rompen paradigmas. Y que hay un público que lo aprecia.

– ¿Y en México cómo es el público? ¿Cuáles son los musicales que gustan más?

– En México es peor. No hay apoyo económico ni infraestructuras para las producciones locales y muchas veces quienes ponen en escena musicales son personas muy talentosas pero con escasa preparación técnica y entrenamiento. Muy distinto de lo que pasa aquí en Estados Unidos donde la gente estudia y se prepara para este género. En cuanto al público, quienes asisten a los musicales quieren ver las producciones más famosas de Broadway, las que yo llamo producciones McDonald porque son una copia exacta de las que se presentan en Nueva York. En este momento están pasando El rey León, y es un gran éxito. Nosotros decimos coloquialmente que los mexicanos somos “malinchistas”, haciendo referencia a La Malinche, una indígena quien ayudó como guía e intérprete a Hernán Cortés durante la conquista de México. Siempre nos parece mejor lo que hacen en el exterior y no apreciamos ni valoramos nuestra cultura y nuestras producciones intelectuales.

– Eres letrista, compositor, muchas veces director. ¿Qué te resulta más difícil a la hora de montar un musical?

– Lograr que todo armonice. Hay que contar una historia y en el teatro musical todo tiene la misma importancia, la música, la letra, la danza. Otro aspecto que yo considero fundamental es contar una historia que el público entienda. A veces los artistas se dejan seducir por expresiones muy abstractas que no les llegan al espectador. Yo quiero hacer obras que emocionen, obras con las cuales las personas se sientan identificadas, que sean capaces de llegar hondo. Conseguir ese equilibrio entre el arte y la claridad del mensaje, la complejidad y la sencillez, para mi es lo más difícil y también lo más importante.

El talento de Jaime Lozano ha merecido premios y buenas críticas. Ha sido elogiado su trabajo en The last 5 years y Songs for a New World adaptaciones de las reconocidas obras de Jason Robert Brown quien le confió los derechos, por el musical Off Broadway, The Yellow Brick Road que co-escribió junto con Tony Newman y Manolo Alvarado y por muchas otras participaciones como arreglista, director, compositor, libretista.

Actualmente está trabajando en dos producciones. Los niños de sal, que programa poner en escena en unos meses, está basada en la obra del dramaturgo mexicano Hernán Galindo e inspirada en la leyenda de la esposa de Lot quien, al dejar Sodoma y Gomorra no escucha la recomendación de Dios, se voltea a ver lo que dejó y se transforma en una estatua de sal que se desmorona. Partiendo de ese mito la historia habla de un hombre incapaz de vivir el presente porque se la pasa atormentado por los fantasmas de lo ya vivido.

– Otro proyecto en el que estoy trabajando junto con mi esposa Florencia Cuenca y otro libretista mexicano es … y gira alrededor del tema del síndrome de Estocolmo. Analiza la relación entre la secuestrada y el secuestrador mostrando los cambios que ese encierro obligado desencadena dentro de ellos.

– ¿Y piensas montarlos también en México?

– Si, absolutamente. Nuestra vida se desarrolla entre México y los Estados Unidos. – contesta Jaime sin titubeos. Luego tras una pausa y con una amplia sonrisa, rara en su semblante casi siempre serio y concentrado, sigue:

Sabemos que los mexicanos somos “malinchistas”, sabemos también que nadie es profeta en patria, pero nunca podría desconectarme de mis raíces, de lo que soy profundamente, de mi familia y de mi cultura, de mi gente y de mi país. A pesar de todos los obstáculos me he formado en México y siento que es en México donde hay que seguir luchando.

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