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Eleanna Cadalso

Eleanna Cadalso: La relación del medio con la materia

Los aparatos de Eleanna Cadalso (a.k.a eccode) están destinados a reestructurarse. Son objetos que se fusionan, que se vuelven a insertar y que no siguen las reglas de la estética convencional. Ella ensambla materiales que la sociedad de consumo ha dejado de usar y los incorpora a dispositivos emergentes de la cultura contemporánea, mejorando las capacidades de ambos. Sus piezas híbrido fueron expuestas recientemente en el Frontal Labotomy Gallery de Nueva York dentro del marco de un solo show titulado Wearable Weapons: Fashion During times of War. Eleanna ganó el premio internacional de arte público en 2013 por la co-creación de Tiuna el Fuerte, recibió la nominación de Martino Stierli, curador del MoMA, por su trabajo en Lab.Pro.Fab y este año fue reseñada en el Huffington Post por su exposición en Superchief Gallery. Hablamos de la transformabilidad y como los materiales resultantes dan reflejo de la sociedad contemporánea: su cultura, política y economía.

¿Qué consideras importante de tu formación?

La oportunidad de viajar y conocer diferentes culturas ha sido base fundamental en mi crecimiento personal e interés de estudio. Viajar me ha permitido el contacto directo con las expresiones sociales, culturales y artísticas. También ha incentivado mi interés en las disciplinas creativas desde muy pequeña. Para el año 1995 ya había tenido la oportunidad de conocer alrededor de 16 países, 44 ciudades y visitado 55 museos. Comencé a estudiar Diseño Industrial pero te confieso que mi experiencia con la estructura académica fue algo desmotivante y abandoné. Con mi proyecto personal apliqué a concursos y congresos y así tuve la oportunidad de vivir en San José, Costa Rica y Philadelphia, USA donde participé en el ID Department de The University of The Arts. Luego fui para Santiago, Chile donde desarrollé exploraciones en la gráfica, la integración de los medios y la fabricación de objetos. Mientras estaba ahí también me desempeñé como profesora y productora de las escuelas de Arte, Diseño y Arquitectura en la Universidad de las Artes, Ciencias y Comunicaciones de Santiago de Chile.

¿Cuándo comienzas a trabajar con enfoque en el territorio?

He trabajado desde que tengo 15 años. En aquel momento pasaba en limpio e ilustraba planos de arquitectura en la oficina de un amigo, este fue mi primer acercamiento a la arquitectura. Luego en 1998 inicio el proyecto explorativo HMO: Híbridos entre la Máquina y el Organismo, el cual centra interés en el estudio del cuerpo como plataforma de proyección cultural y las posibilidades de reactivar la materia en desuso para incorporarla en prendas de vestir, poniendo en evidencia el estado del arte en la moda y la sobreproducción de objetos de consumo. Finalmente en 2006, cuando regreso a Caracas, Venezuela donde hago base, co-fundo el LAB.PRO.FAB / Laboratorio de Proyecto y Fabricación, centrando mi interés en la integración de las artes, las disciplinas del diseño, la arquitectura y las dinámicas sociales estableciendo una dimensión crítica y propositiva sobre los conceptos de sostenibilidad, reflexionando en los modos de producción, el valor y la operatividad de los objetos y en el ambiente análogo. El acercamiento con la arquitectura me dio la posibilidad de desarrollar proyectos de arte publico a grandes escalas.

¿Qué otorga el lugar?

El lugar otorga el sustrato. Si yo miro hacia atrás podría decir que soy algo nómada. En el 2013 me vine a Nueva York donde resido actualmente. Me gusta renovarme y considero los cambios como eventos de explosiones creativas. He retomado escalas más próximas al cuerpo desde que tomé esta ciudad como base. Ahora produzco piezas de arte funcional, explorando en la tensión que se genera cuando la intervención está concebida como pieza única y sin embargo funcional.

¿Qué te gusta de la moda?

Me gusta la moda ya que es el medio más básico a través del cual los seres humanos nos expresamos. Las piezas se transforman en accesorios cuando alguien las usa, mientras no son usadas pueden perfectamente ser un objeto de arte. Todos los objetos, piezas, accesorios, instalaciones e intervenciones de arte público que he hecho los he asumido bajo las misma premisas: La Creatividad Espontánea.

¿Cuáles fueron los primeros materiales en desuso que reprogramaste?

Los primeros objetos que usé fueron cables de electrónicos, de computadoras. Yo estaba en necesidad de poder expresar mi cuento creativo y en ese momento era a través de la computadora. Obtuve diplomados en programación, modelado, animación y postproducción en la Universidad Diego Portales y la Universidad Mayor de Santiago de Chile y hacíamos collares y accesorios ensamblando estos materiales que conseguíamos.

¿Cómo se le vuelve a dar valor a un objeto después de ser desechado?

Siempre he dado importancia no solamente al material que está en desecho, sino a como uno puede unirlo con un material que esté activo en el mercado, y que esa unión genere un elemento nuevo que potencie a ambos. Así tanto el material que estaba en desecho como el material activo empiezan a tener un nuevo sentido, adquieren ambos nuevas posibilidades.

Destacaría también en mi proceso y en mi objetivo, que a pesar de que siempre uno manipula materia y tiene un resultado estético en una forma, en mi proceso y en mi objetivo, la estética y la forma nunca son algo predeterminado. A mí me gusta trabajar con los materiales según como los consigo, según como llegan. Los trato, los trabajo y el ensamblaje de esos materiales, la combinación entre ellos es lo que, a la larga, genera un resultado.

¿Cambiarías algo de cómo usamos y desechamos las cosas?

No sé, en cierta medida el statement que a mí me gustaría dar con mi propuesta es que haya conciencia en la industria, en las grandes corporaciones sobre la producción en masa. Estoy un poco en contra de la producción en masa. Creo que los productos que se fabrican deberían estar pensados no solo en ese período de vida útil sino en relación con lo que pasa después.

Después los usas tú para tus piezas híbridas.

Sí. Y con eso lo que busco es develar, poner en tensión. Yo no estoy creando un objeto nuevo, no estoy creando un territorio nuevo, simplemente estoy combinando piezas que generan nuevas oportunidades y que reactivan elementos que estaban olvidados.

¿Tú concepto nace de la calle para a la calle volver?

Sin duda, sin duda. La calle es donde consigo el material para crear objetos y los objetos son los que nos permiten ocupar el espacio. Yendo a lo más puro, lo más próximo, el cuerpo es lo que nos permite expresar y crear. Con él creamos objetos y los objetos ocupan un espacio y construyen territorios. Al mismo tiempo la arquitectura en cierta medida es la que nos da las bases estructurales para posicionarnos en el territorio. El ciclo se cierra porque la manera en que los accesorios, y la ropa visten nuestro cuerpo, genera una arquitectura corporal. Entonces los elementos terminan relacionados en la generación de un territorio. Todas estas cosas las considero más que elementos, como canales de transmisión cultural. Es la manera en que los individuos y los seres humanos nos transmitimos cultura.

Lo que varía es la escala.

Exacto, a mí me interesan las inteligencias locales. Cuando se generan situaciones, experiencias que derivan en productos o en soluciones que no están completamente pensadas o intencionadas. Lo que me interesa ahora es el cuerpo como plataforma de expresión cultural, y la relación que el cuerpo tiene con los objetos y con el espacio en todas sus escalas.

¿Sientes que formas partes de una comunidad creativa?

Sin duda. No me interesan las distinciones entre los oficios, para mí el ser humano en sí es creativo, por naturaleza.

¿Qué otorga Nueva York?

Una amplia gama de cultura y una amplia gama de individuos. El material y el sustrato que de pronto yo puedo conseguir aquí en Nueva York, en las calles de Brooklyn, no es el mismo que yo conseguía en Caracas, cuando estaba en Venezuela haciendo las instalaciones de arte público allá. A mi me gusta evaluar la ciudad. En cierta manera lo que hago es un estudio social, analizo lo que la sociedad consume, cómo vive o cómo se expresa. Siento que Nueva York es una ciudad que está llena de gente con múltiples intereses, con múltiples estilos de vida, con múltiples estratos sociales y que, aún así, todo el mundo convive en un mismo territorio.

¿Tienes proyectos futuros en mente?

De momento estoy de lleno con el cuerpo: accesorios e interviniendo ropa. Todo lo que incluye el cuerpo como espacio próximo. Sin embargo quiero continuar desarrollando objetos a toda escala y quiero seguir haciendo instalaciones de arte público. No me gustaría encasillarme. Me gustaría seguir abierta a todas las escalas y a todas las disciplinas.

 

VICEVERSA, PALABRAS DE IDA Y VUELTA

¿El mejor momento del día?: Cuando estoy en el taller.

Qué tienes en tu mesa de noche: Mi teléfono, un vaso de agua.

¿Cómo pasas el tiempo en el metro?: Meditando.

¿Algo que no volverías a hacer?: Arrepentirme.

¿Eres catadora de?: Materiales en general. Soy catadora de desperdicios.

¿Qué crees que fuiste en otra vida?: Exactamente lo mismo.

Algo que nunca te pondrías: “Nunca digas nunca”… lo que no usaría hoy de pronto podría usarlo mañana. La vida es un constante cambio.

¿De qué te comes la pizza?: Margarita.

¿A quién sacarías a bailar?: A mi chico, sin dudarlo.

Héctor Lavoe en una palabra: El cantante.

El verdadero lujo es… Sonreir.

Una superstición en la que creas: En mi intuición.

¿Qué es lo más importante en el amor?: Respeto, honestidad y algo de pasión.

Un concepto del éxito: Ser auténtico, creer en uno mismo.

El peor consejo que te han dado: Ni lo intentes!

Un mantra: Mantras tengo muchos. Mejor te digo un dicho con el que me identifico: “Pa’ lante brinca el sapo aunque le puyen los ojos”.

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