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Arte contemporáneo: ¿arte farsante?

¿Qué es esto? −junto con un gesto mezcla de enojo, confusión y extrañamiento− fue la reacción de una mujer ante una de las obras más famosas del reconocido escultor mexicano Gabriel Orozco: Caja de zapatos vacía (1993). La obra, que para los detractores del arte contemporáneo puede parecer hecha por un niño de cinco años sin ningún conocimiento en la materia, ha pasado por algunos de los recintos especializados más relevantes a nivel mundial, entre los que se encuentra la Bienal de Venecia y el MoMA.

Pareciera que el arte nació para la subjetividad pero es curioso el extremismo en las opiniones hacia este tipo de obras. ¿Por qué algunos de los museos más importantes del mundo deciden respaldar, exponer, promover y adquirir obras como esta, mientras que muchos críticos, junto con una gran parte de la opinión pública, se vuelcan en rechazos y desaprobaciones? Las opiniones sobre el arte contemporáneo y las nuevas tendencias (algunas ya bastante viejas pero poco asimiladas como el readymade) casi nunca tienen tintes medios: se ama o se odia.

Sea el Louvre, el Georges Pompidou o una pequeña galería desconocida, la obra no vale por el lugar en donde se expone −simples nombres, unos más conocidos que otros−, sino por lo que causa en el espectador, en quien se enfrenta a ella. En lo que a reacciones por parte del público se refiere, pocos han logrado lo que Andrés Serrano, uno de los artistas más polémicos de los últimos años. Su obra Piss Christ (1987) ha sido retirada de la exhibición en al menos dos museos (la Galería Nacional de Victoria, Australia, en 1997, y el Museo de Arte Contemporáneo de Aviñón, Francia, apenas en el 2011), debido a intentos fanáticos por destruirla, que amenazaban la seguridad del museo y sus visitantes. Para algunos quizá sea entendible: la fotografía muestra un crucifijo cristiano sumergido en un vaso lleno de la orina del artista. Sin embargo, los ataques no han molestado tanto al estadounidense como la postura que los mencionados museos han tomado al retirarla, misma que calificó como “irresponsable y criminal”. Serrano ha dicho en diversas ocasiones que es cristiano, y aún más, que es un artista cristiano. Considera que el crucifijo se ha vuelto un ente común, así que su obra busca traer de vuelta la reflexión sobre este objeto y los horrores por los que Cristo tuvo que pasar.

Orozco también tiene obras de este talante, aunque muy poco conocidas. Meada de perro en la nieve (1993) no es otra cosa que la fotografía de lo que su título indica. En torno a Orozco también se han escrito feroces críticas, algunas en importantes revistas culturales como Replicante, cuyo autor incluso se tomó la molestia de reproducir satíricamente una de las obras que según él representan el arte farsante: Mis manos son mi corazón (1991). Cosas como esta no hacen más que corroborar la tremenda relevancia de la obra. Orozco da pocas entrevistas y rara vez explica el por qué de su creación. Y así debe ser, el artista no tiene porque explicar su obra, al igual que el escritor no explica por qué muere tal o cual personaje; la obra debe hablar y defenderse por sí misma.

Así como estos, existen numerosos ejemplos recientes y no tan recientes de piezas controversiales que para algunos no son más que basura. Cabe mencionar que este tipo de piezas no son nuevas (empezaron a surgir a partir de 1917 con el urinario de Duchamp), pero se siguen produciendo porque después de casi una centuria no las hemos asimilado y claro está, siguen provocando revuelo. Puede que nos gusten o no, pero dos cosas son ciertas: cualquier persona −como dice el director de arte de la BBC, Will Gompertz− no lo haría igual que estos artistas. Si así fuera todos expondríamos en museos y seríamos mundialmente reconocidos. Y en segundo lugar −y lo más importante−, la obra de artistas como Orozco y Serrano se justifica en las reacciones conservadoras que provocan. Habría que preguntarse por qué hacen cosas como estas; evidentemente no quieren un producto ‘bonito’, si eso intentaran bien podrían imitar a Da Vinci o Miguel Ángel, pero eso ya ha sido muy trabajado. El arte es el reflejo de la sociedad en la que fue creado, una especie de instantánea de la situación social. Tal vez ese sea el mensaje de estos artistas: la banalización y la intolerancia en la que estamos sumidos, que queda comprobada en cada uno de los actos criminales que surgen como reacción a las obras de arte.


Dejo aquí la referencia de las citas y algunas otras fuentes que pueden servir para los que quieren saber más sobre el tema:

Gompertz, W. (2013). ¿Qué estas mirando? 150 años de arte moderno en un abrir y cerrar de ojos. México, D.F.: Santillana Ediciones Generales.

Temkin, A., Fer, B., Buchloh, B., Pobocha, P., & Byrd, A. (2011). Gabriel Orozco. México, D.F.: Consejo Nacional para la Cultura y las Artes

http://revistareplicante.com/contra-el-arte-farsante/

http://www.xatakafoto.com/fotografos/andres-serrano-fotografia-ofensiva-o-libertad-artistica

http://andresserrano.org/

http://next.liberation.fr/arts/2011/04/19/andres-serrano-i-have-no-sympathy-for-blasphemy_730482

http://www.heraldsun.com.au/news/law-order/andres-serrano-piss-christ-triggers-religious-fury-and-court-battle-in-1990s-trials/story-fnat7dag-1226591823318

http://cultura.elpais.com/cultura/2011/04/20/actualidad/1303250403_850215.html

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